sábado, 6 de junio de 2015

RÉQUIEN PARA EL DR. JORGE BLANCO D´ARLACH

Pocas veces me he sentido en plenitud de honor como al presente al reseñar en homenaje la notable existencia de ser humano extraordinario en merecimientos, un cochabambino cuya vida constituye una estela luminosa en nuestra sociedad, distinguido y respetado en las páginas de la intelectualidad profesional de nuestra patria. En forma sucinta refiero su progenie y sus nobles raíces: Jorge Blanco d´Arlach, nació en 1920 en la bucólica ciudad del valle en el seno de una familia ilustre, cultivadora de los mejores valores morales. Su padre, el General Carlos Blanco Galindo, marcó un hito en la historia de Bolivia como Presidente de la República en 1930, presidiendo una Junta de Gobierno militar que fue ejemplo de honestidad y de acendrado patriotismo. Su madre, doña Alicia d´Arlach, distinguidísima dama, virtuosa y benefactora, admirada por toda la sociedad de su tiempo. Las hermanas: Alicia Blanco esposa del Coronel Oscar Quiroga Rivas, militar sobresaliente en actuaciones durante la contienda del Sudeste, de la promoción de valientes cadetes “Tres pasos al frente”; Amalia Blanco casada con el Decano de Odontología y Rector de la UMSS, el Dr. José Reyes Morales; Aida Blanco esposa del Dr. Gastón Moscoso Zamora, médico de la primera promoción de la facultad de medicina, eminente pediatra y maestro de la UMSS. La hoja de vida del Dr. Jorge Blanco fue distinguida. Estudió humanidades en el Colegio de La Salle de nuestra ciudad. Efectuado el Servicio Militar, se profesionalizó en Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad Mayor de San Simón, egresando junto a una pléyade de abogados que descollaron en el campo de la judicatura. Especializado en Derecho Mercantil, fue invitado por numerosas empresas como Asesor Jurídico: Banco Hipotecario, A.G. Mc-Kee, Luz y Fuerza, Méndez Junior, Shell, Gulf, California, Bartos, Promotora, Banco Nacional. Su experiencia y conocimientos profesionales plasmaron jerarquía con la docencia universitaria como catedrático titular de la facultad de derecho de la universidad de San Simón. Fundador de importantes empresas como la Asociación de Productores de Leche; con fondos y garantía personal logró la importación de numerosa maquinaria agrícola y tractores para los titulares de esa industria. Ocupó la Presidencia de la Corte Departamental Electoral. Fundador y presidente del respetado y reconocido “Club de Leones“y en repetidos ciclos Director y Presidente del Club Social “Cochabamba”. Chacarero enamorado del cultivo de la tierra, tiene el mérito de haber introducido semillas de una fruta desconocida pero sabrosa, traídas desde el Brasil, logrando los primeros frutos de “Maracuyá” en el Chapare. Honrosa trayectoria curricular lucía nuestro personaje, mas su trayectoria existencial fue verdaderamente extraordinaria, también su desempeño como ciudadano ejemplar. La honestidad de su conducta, la ética doctoral, la veracidad de su palabra, la generosidad y bonhomía en las relaciones humanas, los valores patricios de gratitud, señorío y pureza de alma, son algunas de sus virtudes que atraían con energía de magnetismo estelar a quienes se allegaban a su espíritu, a su personalidad manifiesta en dones privilegiados. Describo su imagen grabada en impronta de bondad y altivez en mi mente seleccionadora de identidades cargadas de significación y así lo guardo en la interioridad afectiva: Jorge Blanco d´Arlach, de empinada figura, enhiesto, altivo cual elevado árbol provecto; sin saberlo fue un Caballero Marqués de Bradomín en Cochabamba por su notorio y deslumbrante porte y su donaire. La testa coronada de blanco penacho del Cyrano es su alba cabellera que él protegía con sombrero de antaño en elegante gesto señorial. En su perfilado rostro sobresalían unos ojos azules de mirar intenso, mejillas de cutis delicado, nariz aguileña, sus facciones eran las de un noble irlandés semejando las del poeta Byron o de su antepasado el Libertador Burdett O´Connor; su mirada profunda incitaba a guardar un respetuoso silencio y admiración natural; ante esa facies plena de subjetividad y gentileza asumíamos el contenido de una enorme sabiduría. De repente, regalaba una broma inteligente, un relato divertido, una evocación suya de grato acogimiento, entonces acompañaba el gesto con una sonrisa que le inundaba el rostro, los delgados labios se ampliaban expresando la broma sutil, la ocurrencia, la finísima ironía, ahí aparecía el alma en su hondura hermosa, la del hombre cuya vida fue constante vibración de amistad y amor repartidos generosamente. De su boca jamás salió un agravio, nunca una denuncia, siempre el vivir sublimado hablando bienes del prójimo. Como Pablo Neruda en su Isla Negra, fue un coleccionador de enigmas: documentos, cuadros, estatuas, muebles, libros. El cultivo de la belleza fue su estandarte, de esta dulzura inundó a las personas que le rodearon en vida, su amante y servicial esposa, sus abnegadas hijas e hijos, adornaron y decoraron sus instancias. Todo un halo de paz conformó su existencia, el verdadero vivir en grandeza del ser que hoy reverenciamos. Le conocí honrando la memoria de su padre en la Casa de la Cultura, y toda su gesta personal honra la historia pura de la Patria, porque su palabra y su huella resumieron trascendencia. Quienes se aproximaron a su presencia física, a sus raíces, a su ethos de varón selecto, tuvieron que percibir un prodigioso acercamiento sublimado, el retorno existencial de seres superiores: Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Pedro Blanco, León Galindo, Burdett O´Connor, Carlos Blanco Galindo, toda una legión de seres exclusivos en el registro patrio. Desde mi trinchera humana, el deber me obliga a rendirle homenaje, honor al señorío del doctor Jorge Blanco d´Arlach, ciudadano selecto, cultivador del bien en el diario vivir, poeta del hogar, varón que descolló, sin figuración alguna, entre las figuras egregias de nuestra sociedad, entre las personalidades meritorias, en ocasión del Bicentenario histórico de Cochabamba, la turquesa del valle. Esto fue expresado así ya en febrero 2010. Ahora, junio del presente año, pergeño entristecido mi Réquiem. Se despidió de la existencia terrenal santamente como fue la despedida de su padre, para morar eternamente en el seno de Dios. Todos los suyos, contritos de pesar, sabemos de su santidad y su pureza. Repitiendo los antiguos versos de John Donne reflexionamos: El ser humano no es una isla. Somos un fragmento, una parte del conjunto y por ello, la muerte de Jorge Blanco d´Arlach nos afecta. Las campanas doblan por todos nosotros porque hemos perdido para siempre una hermosa humanidad. Paz en su tumba. Gastón Cornejo Bascopé Cochabamba, Junio 2014.

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