HOMENAJE
PÓSTUMO A JORGE CALVIMONTES CALVIMONTES.
UNION
DE POETAS Y ESCRITORES.
COCHABAMBA
FEBRERO 2014.
GASTON
CORNEJO BASCOPÉ
En agosto 2012 escribí:
Poeta de noble edad, pleno de experiencia existencial, artista en el manejo de
conjugar vocablos musicales y significado de profunda espiritualidad. Recién
toca mi vibración personal y su blanca testa de Cyrano, me impacta, hiere mi
piel y penetra en la interioridad del sentimiento.
Escuché su voz anciana
en la entrevista de altura, sorprendiéndome. Cómo degusta pausadamente las
evocaciones de antaño; lo observo mirando acucioso los cuadros de belleza
plástica trabajados por la artista Carmen Villarroel, inmediatamente él acude a
sus raíces andinas y en su quichua natal recita versos íntimos; en lenguaje
coloquial confiesa: “Cuando veo los
cuadros de Carmen, oigo, escucho, siento y es tan íntima la comunicación que me
dicen: Yachachiway Khoriquenty /
Enséñame Oh Picaflor; Thikcajsta chonkharicuyta / A libar de las flores;
Nokhataj yachachiskhayqui / que yo te enseñaré; Tucuysonkoy munacuyta / a
querer con todo el corazón”. Y continúa… “Desde el color del aire traen en sus cuadrigas ligeras, los aromas,
los sonidos, las imágenes y el viento. Una fuerte estructura que viaja al sol
del día o se muere entre las sombras de las lágrimas dormidas. Aquí no cabe el
tiempo de los negros agujeros. Ni la esquina del abismo porque el agua ha
concebido la instantánea concepción arrebatada, de un ciclón de alares leves,
concepción arrebatada del licor que no se bebe y que en cambio se lo aspira
como azul. Esta caprichosa matriz le da al pincel la presencia repetida de un
ayer que no fue y que en cambio sigue siendo. Esta tarde blasona el universo de
la luz, para presentar el esplendoroso regalo de nuestros sentimientos a la
compatriota Carmen Villarroel, que trae su preciosa carga de acuarelas como
derrama serena y diáfana e su creación
artística”. Así describe el mensaje de belleza que su alma traduce en
poesía. Es un delicado ser, asido de ternura, vierte su arrobamiento del alma
en expresivas endechas.
Más tarde me sorprendió
su voz de gladiador, añeja y vigorosa en combate perpetuo, yo repito sus versos
cargados de enojo y también siento el cuchillo en las entrañas. Aquel mandoble
que enmudeció el corazón de un asistente en 1967, durante el Primer Congreso
Nacional de Poetas de Bolivia, cuando el bardo denunció en “La Fogata de San
Juan”, la masacre de mineros en
Llallagua Siglo XX.
Ahora
recito su poema con quebrada voz y vivo sentimiento de furia compartida, y como
él, violento, invado la atmósfera del recinto. Súbitamente, la sangre del
corazón se detiene en sus entrañas. “Te
lo juro hermano mío yo solo vine a cantar…pero en junio se ha encendido la
fogata de San Juan con la vida de los niños que… ¡Silencio! ¡Silencio niño, no
te vayan a quemar! ¡Cómo han brillado esa noche tus galones Capitán! Sigan
matando mineros soldados sepultureros del funeral nacional. ¡Cómo han brillado
esa noche tus galones General!” Más
tarde conocí que este poema fue dado a conocer el
26 de junio de 1967. Cuando en la ciudad de Sucre tenía lugar un encuentro
nacional de poetas. El autor lo leyó en tono vibrante y sonoro en un colmado
recinto de la Universidad Mayor de San Francisco Xavier. Dadas las
circunstancias que se vivían en el país y la forma especial de la
declamación el poema causó un fuerte
impacto emocional en todos los asistentes, al punto que uno de ellos sufrió un
infarto y falleció ahí mismo. Se trataba de Miguel Ángel Turdera Pereyra, de
profesión maestro y a punto de obtener su título de abogado. Según sus
familiares Turdera era una persona robusta y sana, sin ningún antecedente
cardíaco. Fue otra víctima indirecta de la Masacre de San Juan.
Por
asociación vino a mí Gonzalo Vásquez, el hermano poeta, con su trabajo eterno:
“Mi País”, en el que describe angustiosamente a Nuestra Bolivia en sus pesares.
Presente Mario Lara López, en su salmo a la guerrilla de Ñancahuazú, soñando en
una patria liberada.
Es
la poesía cierta y comprometida con la humanidad y la esperanza, sufre y se
angustia, pero también va creando mensajes de futuro, posibilidad de
sublimación en música excelsa, lampos de brillo estelar que iluminarán el alba
de la verdadera convivencia fraternal, aquella que se pergeña en la mente del
Creador, la Nación Humana Universal.
Recibí
el Fax del Profesor Adan Rioja Pérez: “plena adhesión de homenaje al
compañero de estudios Jorge Calvimontes Calvimontes, excelso poeta y valiente
escritor, celebra gran iniciativa de selecto grupo de intelectuales de Cochabamba.
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Luís Rico me envió presuroso su evocación: Para el Poeta Jorge
Calvimontes. 1981.-Debería recordar el día, la hora y el mes de ese grato
acontecimiento, pero el frío de los recuerdos, me hace olvidar estos detalles. Salimos
muy temprano para pasar por el hospital y recoger a Mario Ponce de León
que terminaba su turno y continuar viaje rumbo a “Oruro”.
Viajamos por una hora y media hasta divisar
una casa que sobresalía en el frío altiplano mexicano y en lo alto del
depósito de agua, estaba orgullosamente escrito el nombre de Oruro. Era la
casa de Jorge Calvimontes poeta y catedrático de la UNAM. Llegamos allá,
como refugiándonos del exilio. Compartimos la alegría de la comida, de los
tequilas, de las canciones, de los poemas y la cordialidad de la familia
del poeta.
En esta foto se le puede contar las canas
bien ganadas de este personaje que parece que fue él, el único que se
dolió de tanta muerte cuando aquella noche que comenzó a las 6 y media de
la tarde del 24 de Junio de 1967 en el campamento minero de Siglo XX cuando
el General René Barrientos Ortuño se solazaba haciendo tiro al blanco
contra dirigentes, mujeres y niños mineros, teniéndolo preso a Regis
Debray, espantado al partido comunista y a punto de tenerlo rodeado al Che. Grande
Poeta Jorge Calvimontes que me permite darle un abrazo a la distancia.
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El 14 de julio de 2012
09:41, escribí al poeta: Distinguido compatriota Dr. Jorge Calvimontes C.
Tengo el honor de presentarme a usted luego de
conocer la ENTREVISTA que le efectuara el común amigo y artista José
Rodríguez en México, y escuchar de vida voz sus recuerdos. Leí su magnífico
poema LA FOGATA DE SAN JUAN, la misma que he reproducido con mi vieja voz de
setentón en una grabación con música que se la envío.
El suscrito médico Gastón Cornejo Bascopé ha sido
luchador con Pablo Neruda y Salvador Allende en Chile en la década de los 50
al 60; luego ejercí la profesión como cirujano hasta el presente y he sido
elegido Senador por Cochabamba el 2005 en gestión al 2010.
Su ideología plasmada en poesía me conmueve así como
su relato. Repito
es un honor comunicarme con usted y enviarle todo el afecto posible desde
Cochabamba Bolivia.
Por supuesto que compartimos con algunos amigos su
libro MEMORIAS DEL VIENTO.
Siempre será muy grato gozar de su amistad y su
generosa obra de poeta.
He sido ex Presidente de la UNION DE POETAS Y
ESCRITORES DE COCHABAMBA y ahora miembro de base, podré comunicar a todos los
miembros, y hacerlos partícipes de su obra excelsa. Reciba todo el afecto de su
nuevo amigo GASTÓN CORNEJO BASCOPÉ
RESPÙESTA Miércoles 26
julio 2012.
Querido Gastón Cornejo
B.; Yo debía haberle escrito a usted y por conducto de José Rodríguez hace
bastante tiempo, pero mi enfermedad y sus fastidiosas secuelas no me lo
permitieron.
EL hecho de que ahora
le escriba, es una reiterada y feliz oportunidad. Estoy un poco mejor y tengo
el ánimo suficiente para hacerle llegar mis parabienes, quiero decirle que he
tenido la honrosa satisfacción de escuchar poemas míos en su inspirada y
talentosa declamación, es usted sin duda un cultor del espíritu y de las
musicalidades poéticas. Gracias por su acompañamiento, en su voz mis poemas
han cobrado nueva vida.
Me suscribo de usted
como su más ferviente compañero de lucha.
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DICIEMBRE 2013.
FALLECE EN CIUDAD DE MÉXICO DF EL GRAN POETA BOLIVIANO.
Cuando muere un
poeta, muere una estrella, y recién acaba de morir Jorge Calvimontes en
México, astro lejano y brillante con estela de luz andina y raíz de
altipampa. Apenas un suspiro de tiempo pasó cuando le conocí a la distancia
y escuché su voz en la entrevista que
allá le hiciera otro poeta de la pintura y el sentimiento, el maestro José
Rodríguez.
¡Qué poesías! Tan
entrañables y tan nuestras!
Qué pena no haber
escrito la añoranza a mi madre con el canto sublime suyo: "Cómo no mirar tu imagen/ convirtiéndose en mi sombra/ caminar en tus
sandalias/ silenciosas/ y sentir tus manos tibias/ pintando sobre mi rostro/
la alegría de la vida. / No supe llorarte a tiempo/ y otras manos te
enterraron./ Yo no sé de dónde vienes/ corazón de miga afable/ pero es cierto
que hace tiempo/ no he dejado de
llorarte".
Muchos años han
pasado cuando en Ginebra escuché la voz repetida del poeta, pero en otro
ritmo y en tono mayor, un recitativo de Samuel Siles Alvarado: “La Fogata de
San Juan”, del poeta que enmudeció al auditorio en el Primer Congreso
Nacional de Poetas de Bolivia, en 1967, cuando denunció en Sucre, al otro día
la masacre de mineros en Llallagua y Siglo XX.
Hoy, viaja a la
eternidad y el olvido cruel le amenaza. Yo recito su poema con vivo
sentimiento de furia compartida; con él, invado la atmósfera del recinto
familiar y, la sangre del corazón se detiene en mis entrañas: “Te lo juro hermano mío, yo solo vine a
cantar/ pero en junio se ha encendido/ la fogata de San Juan/ con la vida de
los niños que un día pidieron pan./…/¿Por qué has manchado el rocío con la
sangre general?/. ¡Silencio!, niño, no te vayan a quemar/ …/¡Desgarrado
siento mi pe…/ ¡Silencio!, te estoy matando/ ya no podremos cantar/ “Viva mi
patria Bolivia” /ra ta ta tac tac/ Ay compadre, te he matado/ no debías
protestar./ El fuego se está apagando/ las piedras van a llorar/ Sigan
matando mineros/ soldados sepultureros del funeral nacional/…/ ¡Cómo han
brillado esa noche/ tus galones General!/…/ Te aseguro hermano mío/ yo sólo
vine a cantar/ pero es tan profundo el frío/ que ha sentido un general/ que es
probable que mañana/ también nos quieran quemar”.
Por asociación evoco
también a Gonzalo Vásquez Méndez con su poema eterno “Mi país, nacido para el tiempo y la esperanza / ha descendido al
fondo de la pena”. Se allega a la evocación Mario Lara López con su salmo
a la guerrilla de Ñancahuazu “Cuando
era el tiempo de torcerle el cuello a
la pobreza, hacer del desempleo una piltrafa y ahogar la corrupción en un
espejo”. Jorge Suárez pide la palabra lanzando un grito de amenaza: “Carajo, quiero un fusil / Dadme un fusil
compañeros / Manuel ha muerto en abril”. Sí, con Jorge Calvimontes forman
un corro de poetas esenciales.
Sin comunicación
previa, pero extrañamente unidos en el sentimiento de homenaje, leo un hermoso
artículo de Raúl Prada Alcoreza: ¿Qué es la Poesía?. Su escrito me conduce a
releer al gran poeta de Los Heraldos Negros, Trilce, el nostálgico de la
dulce Rita de junco y capulí, el que murió en Paris un jueves como hoy. Y por
ende a Neruda en sus inicios comunistas. Y esto va muy bien en el contexto de
homenaje.
Porque no sólo en
homenaje se arriman nuestros bardos entrañables, también los nombrados del
exterior, aunque bien nuestros, César Vallejo y Pablo Neruda, tienen algo que
decir acompañando a Calvimontes.
Cesar Vallejo, en el tercer poema
de España, aparta de mí este
Cáliz … : «¡Viban los compañeros! Pedro Rojas»,/
de Miranda de Ebro, padre y hombre,/ marido y hombre, ferroviario y hombre,/
padre y más hombre, Pedro y sus dos muertes. Papel de viento, lo han matado:
¡pasa!/ Pluma de carne, lo han matado: ¡pasa! / ¡Avisa a todos compañeros
pronto! / Palo en el que han colgado su madero, / lo han matado;/ ¡lo han
matado al pie de su dedo grande!/ ¡Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas!/ ¡Viban los compañeros!
O aquel primer poema
proletario de Pablo de los primeros
días de septiembre de 1936, a sólo pocas semanas de la muerte de Federico
García Lorca, poema de los que después formarían el libro “España en el
corazón”: “No han muerto! Están en
medio de la pólvora,/ ¡De pie, como mechas ardiendo!/ Sus sombras se han
unido/ en la pradera de color de cobre/ como una cortina de viento blindado,/
como una barrera de color de furia,/ como el mismo invisible pecho del
cielo…”. Poema que concluye más tarde en el Himno a las glorias del
Pueblo en la Guerra.…/…/ “madres
atravesadas por la angustia y la muerte,/ Mirad el corazón del noble día que
nace,/ Y sabed que vuestros muertos/ sonríen desde la tierra/ levantando los
puños sobre el trigo”.
Es el mismo espíritu
y la idéntica melodía, la misma voz que cantan su endecha social gargantas
distantes, es la misma sangre que hierve y vibra en las entrañas de poetas
con heridas. Se trata de un cantar de música profunda, excelsa en un mensaje,
aquel que ilumina ya, el alba de la convivencia humana, en nuestra Patria y
en las otras; aquella que se pergeña profética del advenimiento de la futura
Nación Humana Universal.
Bendito Jorge
Calvimontes Calvimontes, descansa en paz, más atento, observa cuidadosamente
el devenir de la Patria.
Gastón
Cornejo Bascopé
Cochabamba,
enero-febrero 2014.
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