sábado, 7 de junio de 2014

HOMENAJE PÓSTUMO A JORGE CALVIMONTES CALVIMONTES.


HOMENAJE PÓSTUMO A JORGE CALVIMONTES CALVIMONTES.





UNION DE POETAS Y ESCRITORES.
COCHABAMBA FEBRERO 2014.
GASTON CORNEJO BASCOPÉ

En agosto 2012 escribí: Poeta de noble edad, pleno de experiencia existencial, artista en el manejo de conjugar vocablos musicales y significado de profunda espiritualidad. Recién toca mi vibración personal y su blanca testa de Cyrano, me impacta, hiere mi piel y penetra en la interioridad del sentimiento.

Escuché su voz anciana en la entrevista de altura, sorprendiéndome. Cómo degusta pausadamente las evocaciones de antaño; lo observo mirando acucioso los cuadros de belleza plástica trabajados por la artista Carmen Villarroel, inmediatamente él acude a sus raíces andinas y en su quichua natal recita versos íntimos; en lenguaje coloquial confiesa: “Cuando veo los cuadros de Carmen, oigo, escucho, siento y es tan íntima la comunicación que me dicen: Yachachiway Khoriquenty /    Enséñame Oh Picaflor; Thikcajsta chonkharicuyta / A libar de las flores; Nokhataj yachachiskhayqui / que yo te enseñaré; Tucuysonkoy munacuyta / a querer con todo el corazón”. Y continúa… “Desde el color del aire traen en sus cuadrigas ligeras, los aromas, los sonidos, las imágenes y el viento. Una fuerte estructura que viaja al sol del día o se muere entre las sombras de las lágrimas dormidas. Aquí no cabe el tiempo de los negros agujeros. Ni la esquina del abismo porque el agua ha concebido la instantánea concepción arrebatada, de un ciclón de alares leves, concepción arrebatada del licor que no se bebe y que en cambio se lo aspira como azul. Esta caprichosa matriz le da al pincel la presencia repetida de un ayer que no fue y que en cambio sigue siendo. Esta tarde blasona el universo de la luz, para presentar el esplendoroso regalo de nuestros sentimientos a la compatriota Carmen Villarroel, que trae su preciosa carga de acuarelas como derrama serena y diáfana e su  creación artística”. Así describe el mensaje de belleza que su alma traduce en poesía. Es un delicado ser, asido de ternura, vierte su arrobamiento del alma en expresivas endechas.
Más tarde me sorprendió su voz de gladiador, añeja y vigorosa en combate perpetuo, yo repito sus versos cargados de enojo y también siento el cuchillo en las entrañas. Aquel mandoble que enmudeció el corazón de un asistente en 1967, durante el Primer Congreso Nacional de Poetas de Bolivia, cuando el bardo denunció en “La Fogata de San Juan”,  la masacre de mineros en Llallagua Siglo XX.

Ahora recito su poema con quebrada voz y vivo sentimiento de furia compartida, y como él, violento, invado la atmósfera del recinto. Súbitamente, la sangre del corazón se detiene en sus entrañas. “Te lo juro hermano mío yo solo vine a cantar…pero en junio se ha encendido la fogata de San Juan con la vida de los niños que… ¡Silencio! ¡Silencio niño, no te vayan a quemar! ¡Cómo han brillado esa noche tus galones Capitán! Sigan matando mineros soldados sepultureros del funeral nacional. ¡Cómo han brillado esa noche tus galones General!”  Más tarde conocí que este poema fue dado a conocer  el 26 de junio de 1967. Cuando en la ciudad de Sucre tenía lugar un encuentro nacional de poetas. El autor lo leyó en tono vibrante y sonoro en un colmado recinto de la Universidad Mayor de San Francisco Xavier. Dadas las circunstancias que se vivían en el país y la forma especial de la declamación  el poema causó un fuerte impacto emocional en todos los asistentes, al punto que uno de ellos sufrió un infarto y falleció ahí mismo. Se trataba de Miguel Ángel Turdera Pereyra, de profesión maestro y a punto de obtener su título de abogado. Según sus familiares Turdera era una persona robusta y sana, sin ningún antecedente cardíaco. Fue otra víctima indirecta de la Masacre de San Juan.
Por asociación vino a mí Gonzalo Vásquez, el hermano poeta, con su trabajo eterno: “Mi País”, en el que describe angustiosamente a Nuestra Bolivia en sus pesares. Presente Mario Lara López, en su salmo a la guerrilla de Ñancahuazú, soñando en una patria liberada.

Es la poesía cierta y comprometida con la humanidad y la esperanza, sufre y se angustia, pero también va creando mensajes de futuro, posibilidad de sublimación en música excelsa, lampos de brillo estelar que iluminarán el alba de la verdadera convivencia fraternal, aquella que se pergeña en la mente del Creador, la Nación Humana Universal.


Recibí el Fax del Profesor Adan Rioja Pérez: “plena adhesión de homenaje al compañero de estudios Jorge Calvimontes Calvimontes, excelso poeta y valiente escritor, celebra gran iniciativa de selecto grupo de intelectuales de Cochabamba.
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Luís Rico me envió presuroso su evocación: Para el Poeta Jorge Calvimontes. 1981.-Debería recordar el día, la hora y el mes de ese grato acontecimiento, pero el frío de los recuerdos, me hace olvidar estos detalles. Salimos muy temprano para pasar por el hospital y recoger a Mario Ponce de León que terminaba su turno y continuar viaje rumbo a “Oruro”.
Viajamos por una hora y media hasta divisar una casa que sobresalía en el frío altiplano mexicano y en lo alto del depósito de agua, estaba orgullosamente escrito el nombre de Oruro. Era la casa de Jorge Calvimontes poeta y catedrático de la UNAM.  Llegamos allá, como refugiándonos del exilio. Compartimos la alegría de la comida, de los tequilas, de las canciones, de los poemas y la cordialidad de la familia del poeta.
En esta foto se le puede contar las canas bien ganadas de este personaje que parece que fue él, el único que se dolió de tanta muerte cuando aquella noche que comenzó a las 6 y media de la tarde del 24 de Junio de 1967 en el campamento minero de Siglo XX cuando el General René Barrientos Ortuño se solazaba haciendo tiro al blanco contra dirigentes, mujeres y niños mineros, teniéndolo preso a Regis Debray, espantado al partido comunista y a punto de tenerlo rodeado al Che. Grande Poeta Jorge Calvimontes que me permite darle un abrazo a la distancia.
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El 14 de julio de 2012 09:41, escribí al poeta: Distinguido compatriota Dr. Jorge Calvimontes C.

Tengo el honor de presentarme a usted luego de conocer la ENTREVISTA que le efectuara el común amigo y artista José Rodríguez en México, y escuchar de vida voz sus recuerdos. Leí su magnífico poema LA FOGATA DE SAN JUAN, la misma que he reproducido con mi vieja voz de setentón en una grabación con música que se la envío.
El suscrito médico Gastón Cornejo Bascopé ha sido luchador con Pablo Neruda y Salvador Allende en Chile en la década de los 50 al 60; luego ejercí la profesión como cirujano hasta el presente y he sido elegido Senador por Cochabamba el 2005 en gestión al 2010.

Su ideología plasmada en poesía me conmueve así como su relato. Repito es un honor comunicarme con usted y enviarle todo el afecto posible desde Cochabamba Bolivia.
Por supuesto que compartimos con algunos amigos su libro  MEMORIAS DEL VIENTO.  

Siempre será muy grato gozar de su amistad y su generosa obra de poeta.
He sido ex Presidente de la UNION DE POETAS Y ESCRITORES DE COCHABAMBA y ahora miembro de base, podré comunicar a todos los miembros, y hacerlos partícipes de su obra excelsa. Reciba todo el afecto de su nuevo amigo GASTÓN CORNEJO BASCOPÉ



RESPÙESTA Miércoles 26 julio 2012.

Querido Gastón Cornejo B.; Yo debía haberle escrito a usted y por conducto de José Rodríguez hace bastante tiempo, pero mi enfermedad y sus fastidiosas secuelas no me lo permitieron.

EL hecho de que ahora le escriba, es una reiterada y feliz oportunidad. Estoy un poco mejor y tengo el ánimo suficiente para hacerle llegar mis parabienes, quiero decirle que he tenido la honrosa satisfacción de escuchar poemas míos en su inspirada y talentosa declamación, es usted sin duda un cultor del espíritu y de las musicalidades poéticas. Gracias por su acompañamiento, en su voz mis poemas han cobrado nueva vida.
Me suscribo de usted como su más ferviente compañero de lucha.
Atte. Jorge Calvimonmtes. jclvmnts@att.net.mx.

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DICIEMBRE 2013. FALLECE EN CIUDAD DE MÉXICO DF EL GRAN POETA BOLIVIANO.

Cuando muere un poeta, muere una estrella, y recién acaba de morir Jorge Calvimontes en México, astro lejano y brillante con estela de luz andina y raíz de altipampa. Apenas un suspiro de tiempo pasó cuando le conocí a la distancia y  escuché su voz en la entrevista que allá le hiciera otro poeta de la pintura y el sentimiento, el maestro José Rodríguez.

¡Qué poesías! Tan entrañables y tan nuestras!
Qué pena no haber escrito la añoranza a mi madre con el canto sublime suyo: "Cómo no mirar tu imagen/ convirtiéndose en mi sombra/ caminar en tus sandalias/ silenciosas/ y sentir tus manos tibias/ pintando sobre mi rostro/ la alegría de la vida. / No supe llorarte a tiempo/ y otras manos te enterraron./ Yo no sé de dónde vienes/ corazón de miga afable/ pero es cierto que hace tiempo/ no he dejado de llorarte".

Muchos años han pasado cuando en Ginebra escuché la voz repetida del poeta, pero en otro ritmo y en tono mayor, un recitativo de Samuel Siles Alvarado: “La Fogata de San Juan”, del poeta que enmudeció al auditorio en el Primer Congreso Nacional de Poetas de Bolivia, en 1967, cuando denunció en Sucre, al otro día la masacre de mineros en Llallagua y Siglo XX.

Hoy, viaja a la eternidad y el olvido cruel le amenaza. Yo recito su poema con vivo sentimiento de furia compartida; con él, invado la atmósfera del recinto familiar y, la sangre del corazón se detiene en mis entrañas: “Te lo juro hermano mío, yo solo vine a cantar/ pero en junio se ha encendido/ la fogata de San Juan/ con la vida de los niños que un día pidieron pan./…/¿Por qué has manchado el rocío con la sangre general?/. ¡Silencio!, niño, no te vayan a quemar/ …/¡Desgarrado siento mi pe…/ ¡Silencio!, te estoy matando/ ya no podremos cantar/ “Viva mi patria Bolivia” /ra ta ta tac tac/ Ay compadre, te he matado/ no debías protestar./ El fuego se está apagando/ las piedras van a llorar/ Sigan matando mineros/ soldados sepultureros del funeral nacional/…/ ¡Cómo han brillado esa noche/ tus galones General!/…/ Te aseguro hermano mío/ yo sólo vine a cantar/ pero es tan profundo el frío/ que ha sentido un general/ que es probable que mañana/ también nos quieran quemar”.

Por asociación evoco también a Gonzalo Vásquez Méndez con su poema eterno “Mi país, nacido para el tiempo y la esperanza / ha descendido al fondo de la pena”. Se allega a la evocación Mario Lara López con su salmo a la guerrilla de Ñancahuazu “Cuando era el tiempo de torcerle  el cuello a la pobreza, hacer del desempleo una piltrafa y ahogar la corrupción en un espejo”. Jorge Suárez pide la palabra lanzando un grito de amenaza: “Carajo, quiero un fusil / Dadme un fusil compañeros / Manuel ha muerto en abril”. Sí, con Jorge Calvimontes forman un corro de poetas esenciales.

Sin comunicación previa, pero extrañamente unidos en el sentimiento de homenaje, leo un hermoso artículo de Raúl Prada Alcoreza: ¿Qué es la Poesía?. Su escrito me conduce a releer al gran poeta de Los Heraldos Negros, Trilce, el nostálgico de la dulce Rita de junco y capulí, el que murió en Paris un jueves como hoy. Y por ende a Neruda en sus inicios comunistas. Y esto va muy bien en el contexto de homenaje.

Porque no sólo en homenaje se arriman nuestros bardos entrañables, también los nombrados del exterior, aunque bien nuestros, César Vallejo y Pablo Neruda, tienen algo que decir acompañando a Calvimontes.

Cesar Vallejo, en el tercer poema de España, aparta de mí este Cáliz : «¡Viban los compañeros! Pedro Rojas»,/ de Miranda de Ebro, padre y hombre,/ marido y hombre, ferroviario y hombre,/ padre y más hombre, Pedro y sus dos muertes. Papel de viento, lo han matado: ¡pasa!/ Pluma de carne, lo han matado: ¡pasa! / ¡Avisa a todos compañeros pronto! / Palo en el que han colgado su madero, / lo han matado;/ ¡lo han matado al pie de su dedo grande!/ ¡Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas!/ ¡Viban los compañeros!         
          
O aquel primer poema proletario de Pablo de  los primeros días de septiembre de 1936, a sólo pocas semanas de la muerte de Federico García Lorca, poema de los que después formarían el libro “España en el corazón”: “No han muerto! Están en medio de la pólvora,/ ¡De pie, como mechas ardiendo!/ Sus sombras se han unido/ en la pradera de color de cobre/ como una cortina de viento blindado,/ como una barrera de color de furia,/ como el mismo invisible pecho del cielo…”. Poema que concluye más tarde en el Himno a las glorias del Pueblo en la Guerra.…/…/ “madres atravesadas por la angustia y la muerte,/ Mirad el corazón del noble día que nace,/ Y sabed que vuestros muertos/ sonríen desde la tierra/ levantando los puños sobre el trigo”.

Es el mismo espíritu y la idéntica melodía, la misma voz que cantan su endecha social gargantas distantes, es la misma sangre que hierve y vibra en las entrañas de poetas con heridas. Se trata de un cantar de música profunda, excelsa en un mensaje, aquel que ilumina ya, el alba de la convivencia humana, en nuestra Patria y en las otras; aquella que se pergeña profética del advenimiento de la futura Nación Humana Universal.

Bendito Jorge Calvimontes Calvimontes, descansa en paz, más atento, observa cuidadosamente el devenir de la Patria.

Gastón Cornejo Bascopé
Cochabamba, enero-febrero  2014.
 




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